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 Actualmente es muy poca la información que existen sobre el problema de las apuestas en México. En el 2010 de acuerdo al informe de la Dirección de Juegos y Sorteos existían 270 salas de juego en el país. Y se estimaba que para el 2014 existirían 450 salas según el pronóstico de permisos federales autorizados.

 En ese mismo año (2010) se observaba que el 2% de la población nacional apostaba continuamente. 

La Dirección de Juego y Sorteos informa que en 2019 había 409 casinos registrados operando. 22 registrados cerrados temporalmente y 366 permisos federales ya autorizados solo esperando abrir. Dándonos un pronóstico de 797 casinos en los próximos años. Un crecimiento de aproximadamente el 300% desde el 2010.

Actualmente uno de los pocos estudios realizados a nivel nacional (“Salud Mental, Vol. 41, Issue 4, July-August 2018”) demuestran que el 24.5% de la población nacional de 12 a 65 años alguna vez ha interactuado en un juego de azar por dinero. El .3% de la población nacional presenta “Juego Patológico”, poco más de 230 000 personas.

La “Ludopatía” es reconocida como una enfermedad desde 1980 por el DSM III (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales). Estaba considerado como un trastorno del control de los impulsos. A partir del DSM V (implementado en el 2014) se encuentra clasificado dentro de los trastornos relacionados con sustancias y otros trastornos adictivos y se le denomina “Juego Patológico o Ludopatía”.

El “Juego Patológico” no ocurre de la noche a la mañana, ya que involucra una serie de comportamientos y pensamientos, que, de manera progresiva, va generando consecuencias negativas.

Es un trastorno que requiere atención y apoyo profesional en adicciones por medio de una intervención de internamiento con un tratamiento multidisciplinario con técnicas terapéuticas basado en los enfoques psicológicos adecuados de manera individual, grupal y familiar.

La CONADIC informa que los principales síntomas para su detección son:

· Preocupación excesiva por el juego.

· Necesidad de jugar con cantidades más grandes.

· Fracaso repetido en los intentos por controlar o detener el juego.

· La persona intenta recuperar lo perdido en el juego jugando nuevamente.

· Irritabilidad e inquietud asociada con los intentos de dejar las apuestas.

· Jugar se utiliza como estrategia para escapar de los problemas.

· Constantes engaños a familiares y personas cercanas para ocultar el grado de implicación en el juego.

· Pérdida del control, incapacidad para dejar de apostar voluntariamente.

Con base a este análisis hemos reflexionado preocupados por el incremento en el problema del “Juego patológico” y de las complicaciones sociales desde robos, empeños, aumento de la depresión, suicidios, separaciones o divorcios, entre otras complicaciones. Todo derivado del tiempo que las personas con este problema le dedican a su adicción.

Es importante motivar a las personas cercanas que se encuentren en estas circunstancias a tomar cartas sobre la situación y no permitirse tomarlo a la ligera ya que de por medio es la vida de un ser querido.

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