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Mes: marzo 2021

El encuentro de 5 generaciones en el ámbito laboral

Haciendo empresas intergeneracionales

 

Cada vez se da más que los jefes sean más jóvenes que sus colaboradores debido a su inteligencia digital y se espera de ellos que tengan el conocimiento y la habilidad en las relaciones laborales que a los mayores les ha tomado años aprender, así como la inteligencia emocional.

Tradicionalistas, Baby Boomers, la generación X, los famosos Millenials  y por último, los recién incorporados al mercado laboral, la generación Z. Todos ellos comparten un mismo espacio de trabajo, y quizás las mismas obligaciones y responsabilidades laborales. Pero lo que está claro es que su manera de trabajar es diferente. Y la clave es, cómo aprovechar esta diversidad en la cual cada generación puede aportar su perspectiva.

 

Tradicionalista

Nacidos antes de 1955

Este perfil de trabajadores está en edad de jubilación, pero algunos de ellos están optando por mantenerse en su actual empleo. Se caracterizan por haber permanecido en una sola empresa durante casi toda su carrera profesional. Son fieles a su organización y por este motivo, comparten de manera ferviente los valores de la misma y conocen toda la historia de la que ya forman parte.

A pesar de que muchos de ellos se han jubilado, hay quienes aún se resisten a dar el paso por miedo a la inactividad, además ellos son los más importantes transmisores de información de la empresa.

 

Baby Boomers

Tienen entre 45 y 60 años aproximadamente

Ocupan en su mayoría, puestos de alta responsabilidad. Son los actuales directivos de las empresas.

Este perfil se caracteriza por la importancia que dan a la familia. Al igual que los tradicionalistas, muestran lealtad a la empresa y valoran su trayectoria laboral. En ocasiones, por miedo al cambio, tienden a ser algo reacios al cambio cuando se les plantea algo novedoso para la empresa. Trabajan cómodamente con la siguiente generación, ya que los ven cercanos, los respetan y entienden su método de trabajo, con el cual comparten similitudes. Sin embargo, no se muestran tan cercanos a los millenials, a los cuales califican como inconformistas. Tienen la energía y las ganas de trabajar y aun así para ellos es cada vez más difícil conseguir trabajo.

 

Generación X

Nacidos entre 1971 y 1981, ahora tienen entre 35 y 45 años

Son los hijos de los baby boomers y los primeros en familiarizarse con las computadoras en el trabajo y su visión del mercado laboral es más ambiciosa. Suelen ocupar los puestos de rango medio en las empresas por lo que tienen doble presión: las exigencias de los mandos superiores y la presión por la competitividad de los más jóvenes.

Son responsables y se adaptan al cambio con más facilidad que sus antecesores, debido a su convivencia diaria en el entorno laboral con perfiles más jóvenes.

Milennials

Nacidos entre 1981 y 1994, tienen entre 25 y 38 años 

Han sido los generadores del cambio. Piden, por lo general, un nivel mayor de autonomía y esperan ascender con mayor rapidez en la empresa. Crecieron en la era digital y también se han desarrollado en un mundo globalizado.

Se caracterizan por tener una mentalidad muy abierta en el plano laboral pero son reacios a asumir grandes responsabilidades si el proyecto no les apasiona por completo.

Generación Z

Tienen menos de 23 años

La competitividad y altos niveles de formación académica son la base de su futuro laboral. Se trata de personas muy creativas y con un alto nivel de adaptabilidad. Están dispuestos a moverse geográficamente ya que su concepción del mundo es enteramente global. Tienen más conciencia ecológica. Han generado autoempleos y son la primera generación en nacer en la era digital, por lo que están acostumbrados a acceder a la información de manera directa y tienden a cuestionarse todo para encontrar la mejor solución.

En esta época, con cinco generaciones trabajando juntas, es necesario pasar por alto los estereotipos negativos de cada grupo y centrarse al máximo en sus virtudes.

A veces no confiamos mucho los unos en los otros para compartir nuestra sabiduría, sin embargo, hay estudios que demuestran que los equipos de diferentes edades son más efectivos y exitosos.

Nuestro mejor momento físico puede ser cuando somos jóvenes, mientras que económicamente puede ser alrededor de los 40 años, pero emocionalmente es en la mediana edad y más, porque ya han hecho un trabajo interno más extenso y la experiencia de vida les da una sabiduría que las empresas podrían aprovechar para enriquecer y nutrir a los jóvenes genios digitales.

Una empresa exitosa aprenderá a crear una fusión de ambos. Mientras cada vez más jóvenes llegan a las empresas sin herramientas de liderazgo, se vuelve más necesario trabajar a lado de personas mayores con conocimientos de procedimientos, ¿cómo hacer las cosas?, basado en la comprensión de las motivaciones de las personas, hace invaluable esa experiencia organizativa.

Lo que hace invaluable a los mayores es su capacidad para usar esa sabiduría y aplicarla a los problemas modernos, convirtiéndolo en una mentoría mutua. No se puede encontrar información en Internet que te de la respuesta a tus problemas como lo haría un mentor sintonizando el corazón y la mente humana.

 

5 Generaciones

Hay 5 generaciones trabajando juntas actualmente, tenemos que encontrar la manera de embonar estas diferencias generacionales y que la sabiduría se comparta de jóvenes a adultos y de adultos a jóvenes, aprovechando la experiencia de unos y las aportaciones innovadoras de otros, intercambiando conocimientos para aportar nuevas ideas.

Para ello debemos estar dispuestos a promover y aceptar la diversidad y la inclusión.

Hay que luchar por generar la confianza para que todos los colaboradores expresen su falta de conocimiento entre ellos, si los temores se abordan de manera abierta, puede resultar increíblemente gratificante. Mientras exista compromiso y respeto, la comunicación entre generaciones no será una imposición de ideas y conocimientos, sino una manera de eliminar los estereotipos con los que juzgamos a los demás.

Ludopatía: Un trastorno común en México

 Actualmente es muy poca la información que existen sobre el problema de las apuestas en México. En el 2010 de acuerdo al informe de la Dirección de Juegos y Sorteos existían 270 salas de juego en el país. Y se estimaba que para el 2014 existirían 450 salas según el pronóstico de permisos federales autorizados.

 En ese mismo año (2010) se observaba que el 2% de la población nacional apostaba continuamente. 

La Dirección de Juego y Sorteos informa que en 2019 había 409 casinos registrados operando. 22 registrados cerrados temporalmente y 366 permisos federales ya autorizados solo esperando abrir. Dándonos un pronóstico de 797 casinos en los próximos años. Un crecimiento de aproximadamente el 300% desde el 2010.

Actualmente uno de los pocos estudios realizados a nivel nacional (“Salud Mental, Vol. 41, Issue 4, July-August 2018”) demuestran que el 24.5% de la población nacional de 12 a 65 años alguna vez ha interactuado en un juego de azar por dinero. El .3% de la población nacional presenta “Juego Patológico”, poco más de 230 000 personas.

La “Ludopatía” es reconocida como una enfermedad desde 1980 por el DSM III (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales). Estaba considerado como un trastorno del control de los impulsos. A partir del DSM V (implementado en el 2014) se encuentra clasificado dentro de los trastornos relacionados con sustancias y otros trastornos adictivos y se le denomina “Juego Patológico o Ludopatía”.

El “Juego Patológico” no ocurre de la noche a la mañana, ya que involucra una serie de comportamientos y pensamientos, que, de manera progresiva, va generando consecuencias negativas.

Es un trastorno que requiere atención y apoyo profesional en adicciones por medio de una intervención de internamiento con un tratamiento multidisciplinario con técnicas terapéuticas basado en los enfoques psicológicos adecuados de manera individual, grupal y familiar.

La CONADIC informa que los principales síntomas para su detección son:

· Preocupación excesiva por el juego.

· Necesidad de jugar con cantidades más grandes.

· Fracaso repetido en los intentos por controlar o detener el juego.

· La persona intenta recuperar lo perdido en el juego jugando nuevamente.

· Irritabilidad e inquietud asociada con los intentos de dejar las apuestas.

· Jugar se utiliza como estrategia para escapar de los problemas.

· Constantes engaños a familiares y personas cercanas para ocultar el grado de implicación en el juego.

· Pérdida del control, incapacidad para dejar de apostar voluntariamente.

Con base a este análisis hemos reflexionado preocupados por el incremento en el problema del “Juego patológico” y de las complicaciones sociales desde robos, empeños, aumento de la depresión, suicidios, separaciones o divorcios, entre otras complicaciones. Todo derivado del tiempo que las personas con este problema le dedican a su adicción.

Es importante motivar a las personas cercanas que se encuentren en estas circunstancias a tomar cartas sobre la situación y no permitirse tomarlo a la ligera ya que de por medio es la vida de un ser querido.